Marisa Wagner, silbando bajito se fue...
Hace dos días nos dejó Marisa Wagner, escritora y militante de la vida, una querida amiga con la que me quedó pendiente un café. Se fue de improviso. Su corazón, testigo de toda la gama de emociones que un ser humano puede abrigar le falló, y a partir de allí, el dolor por la ausencia, por lo irreparable, por lo que ya nunca más será. La conocí por su militancia en defensa de los derechos de sus compañeros del manicomio, como a ella le gustaba decir. Me impactó su obra “Los Montes de la Loca” y esa manera tan particular de contar su vida a través de la poesía, transformando tanto dolor en belleza. La contacté a través de una buena amiga suya y la invité para los 20 años de Libros en Olavarría, aceptó gustosa venir, sobre todo porque nos unía un profundo interés por la Salud Mental y el Arte como herramienta para su logro.
Su paso por la 20ª Muestra no fue desapercibido, su presencia en el Hospital Psiquiátrico de Hinojo, tampoco, su obra es leída en forma permanente en mi taller. Sus experiencias de vida en los manicomios son tomadas como ejemplo porque son espejo de tantas otras vidas y porque es un aliciente saber que alguien como Marisa, quien conoció el infierno, pudo atravesar el muro.
Marisa Wagner esa mujer rota que a veces se despedazaba aún más en la locura, la que emprendía sigilosos, nocturnos vuelos, sobre los nidos secretos de los monstruos. La que solía mantener conversaciones largas con el mismísimo demonio, mirándolo a los ojos. Marisa Wagner ese ángel mutilado, erróneo, que arrastraba su ala rota en los pantanos, que caminaba lentamente sobre las brasas encendidas, sin notarlo, expiando quién sabe qué pecado. La que no se persignaba jamás, ni se arrodillaba ante ningún dios de cotillón, ante ninguna deidad de fantasía. Quizás porque vio morir a sus mejores hombres en la guerra. Inocentes, desnudos, crédulos, descalzos, casi desarmados y jamás pudo enterrarlos, quiero decir honrar la tierra con sus cuerpos niños.
Marisa Wagner, hoy yo me inclino -con la docilidad y elasticidad de un junco- para agradecerle a la vida el honor y el privilegio de haberte conocido.
Norma M Guerra