Estar aquí...
Cajita de cristal...
Este lugar tiene muchos nombres: loquero, manicomio, matasanos, Hospital Psiquiátrico, etc... Yo, en cambio, le pondría “Cajita de cristal”. “Cajita de cristal” que nos protege del mundo exterior, mundo que nos fue haciendo daño sin que nos diésemos cuenta. Aquí adentro hay muchas historias de vida, algunas desgarradoras para el alma, otras no tanto. Aquí me dí cuenta de que no soy la única que ha sufrido o sufre y que hay muchas maneras de decir basta cuando todo nos sobrepasa. Todos somos distintos, pero en algo nos parecemos: luchamos contra un fantasma interior al que nos cuesta vencer... Y solos, no podemos... ¡Cuánto nos cuesta pedir ayuda! Más de una vez exigimos ser escuchados y sin embargo, somos nosotros los que no sabemos escuchar. Aquí aprendí a no vivir en el pasado y a mirar hacia el futuro. Aprendí que las cosas están al alcance de las manos y que hay que intentar alcanzarlas. Aquí encontré caricias, risas, besos, abrazos sinceros, oídos dispuestos, seres humanos tan dolidos como yo y que me miran con los mismos ojos. En esta “Cajita de cristal” no puede faltar lo principal: el grupo humano que trabaja con nosotros, día a día. Ellos nos prestan: oídos para escucharnos, cuando más lo necesitamos, abrazos tan fuertes y necesarios, una sonrisa a la pasada, o un guiño de ojo... Pequeñas grandes cosas que nos hacen sentir útiles... Pequeñas grandes cosas que nos hacen sentir humanos... Pequeñas grandes cosas que nos sacuden el cuerpo y nos dicen ¡Sigan adelante, que están vivos! Andrea L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario